Seleccionar página

Amo tu olor, ya lo sabes.

Amo el olor de tu cuerpo dormido,
el aroma secreto de tu piel al amanecer,
cuando aún no te has lavado el alma ni los sueños.

Cada rincón es un altar aromático
que me transmite una paz antigua,
como si tu olor me hablara de otras vidas
donde ya te amé.

Tu olor me relaja, me ancla.
Es mi hogar.
Es mi mantra.
Es la fragancia de lo eterno.

Olerte es volver a mi esencia,
a esa parte de mí donde no existe el miedo.

Donde no hay ruido.

Y allí, entre tus pliegues perfumados,
me siento inmortal.